Archivos para octubre 17, 2011


El presidente de Venezuela regresó ayer a Cuba para someterse a una “revisión integral” tras los cuatro ciclos de quimioterapia que recibió en los últimos meses

Lunes 17 de octubre de 2011 – 07:51 pm
, Hugo Chávez, Cáncer, Salud de Hugo Chávez
(Foto: Reuters)

Caracas (EFE). El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, dijo que prendió velas antes de someterse a un nuevo examen médico en Cuba, donde hoy es atendido después de una operación que le practicaron en junio pasado para extirparle un tumor canceroso.

“¡Hola mi mundo! Les digo que esta mañana, antes de ir a la sala de imagenología, prendí una vela a Cristo y otra a los santos, con una promesa”, escribió el gobernante en su cuenta en Twitter sin que detallara qué prometió.

En un mensaje previo, dio cuenta de que hoy llovió en la capital cubana y que tiene “a Dios por delante”, y se despidió con un “¡Viviremos y Venceremos!”.

El gobernante regresó el domingo a Cuba para someterse a una “revisión integral” tras los cuatro ciclos de quimioterapia que recibió después de que le extirparan en La Habana un tumor canceroso, el 20 de junio pasado.

Chávez asegura que no se le ha vuelto a detectar células cancerosas, pero se ha negado a revelar pormenores de la enfermedad, que, según ha repetido, solamente interesan a “los morbosos”.

 

 

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Send me / Envíame – Javier Colombatti

Publicado: octubre 17, 2011 en Música


Nicolás Panotto
Por Nicolás Panotto
El fenómeno de “los indignados” se expande cada vez más por diversas partes del mundo. Denominado como tal, comenzó en España a través de multitudinarias movilizaciones y asambleas populares convocadas para reclamar una respuesta frente a la profunda crisis socio-económica que dicho país atraviesa, al igual que buena parte de las naciones que componen la Unión Europea. Inspirados por la breve pero contundente obra “¡Indignaos!” del francés Stéphane Hessel, estos heterogéneos conglomerados demandan que los modelos políticos vigentes (sean del lado que fuese) ya no funcionan. “Son todos iguales”, exclaman.
Primero en España, luego en Israel y en diversos países de Europa, y ahora en EEUU con las crecientes manifestaciones frente a Wall Street y en distintas ciudades. Las revueltas populares también se expanden hacia diversos lugares, muchas veces sin el nombre propio de “indignados”: las multitudinarias marchas estudiantiles en Chile y la cadena de protestas en diversos países de Medio Oriente cuestionando los regímenes políticos en el poder, son otros ejemplos de este polvorín que caracteriza los tiempos que corren.
Todos estos movimientos reflejan la indignación frente a aquellos modelos, sistemas e ideologías que se han presentado por décadas como respuestas absolutas a los males que nos asedian: el libre mercado, la neutralidad del ejercicio electoral, ciertas formas institucionales del Estado moderno, las bipolaridades ideológicas entre derecha e izquierda, etc. No por nada el pequeño manifiesto de Stéphane Hessel hace un recordatorio de la Resistencia en Francia contra la política nazi, solicitando especialmente a los jóvenes que se indignen y resistan los tipos de totalitarismos que rigen nuestro tiempo, como los recién mencionados.
Podríamos extraer muchas conclusiones de este panorama. Pero me gustaría resaltar algunos elementos, especialmente en lo que refiere a aquellas enseñanzas con respecto a cómo definimos lo político hoy día en esta coyuntura particular. En primer lugar, todo esto nos muestra que el poder no es un objeto perteneciente a un grupo social determinado sino, como ya lo dijo Michael Foucault, es un ejercicio circulante y en constante movimiento. En este sentido, es necesario deconstruir aquellos imaginarios socio-políticos maniqueos que determinan a una mayoría al dominio de una minoría, que dividen todo espectro social entre dos supuestos polos (derecha/izquierda, opresores/oprimidos), que reflejan la geopolítica del mundo entre países centrales y periféricos. Con esto no queremos negar la existencia de tales instancias, sino más bien cuestionar la comprensión del ejercicio del poder sólo desde estas lecturas deterministas. Los estallidos sociales que hemos mencionado reflejan esto mismo: no existe un poder omnímodo que clausura las conciencias y los cuerpos; la resistencia siempre es posible, desde los espacios, gestos y movimientos más inesperados.
En segundo lugar, hay que recuperar la constitución heterogénea de lo político. Este desencanto por parte de “los indignados” con respecto a las instituciones tradicionales de la política, nos mueve a reforzar el hecho de que lo político se juega en la interacción de un sinnúmero de sujetos, grupos, movimientos, organizaciones, etc. El ejercicio de lo político no está determinado exclusivamente bajo el marco del “Estado nacional” o los partidos. Más bien es ese proceso constante de construcción de lo identitario por parte de todo grupo social, que proyecta su intrínseca heterogeneidad en un movimiento que cuestiona toda instancia de poder que intenta mostrarse homogénea y portadora de la Verdad absoluta. Esto es lo que la modernidad nos ha dibujado con sus leyes de progreso, que llevarían a todas las naciones del mundo al paraíso de Occidente. Todo eso falló. No ahora, sino hace ya mucho tiempo.
Con este mismo cuidado debemos leer la obra mencionada de Stéphane Hessel. Más allá de su riqueza, la insistencia en volver a los “valores universales” de la Justicia, la Democracia, la Igualdad, conllevan el peligro de la ingenuidad con respecto a su definición concreta, cuyas consecuencias ya hemos sufrido. Occidente, desde su parcialidad y tal vez con “buenas intenciones”, ha sido el marco desde donde se ha dado sentido a tales instancias, dejando de lado otras cosmovisiones y prácticas. No podemos escapar del hecho de que nociones tales como lo democrático, la justicia y la igualdad siempre se comprenden desde un lugar concreto. El problema comienza cuando éste se absolutiza. Dicho error lo han cometido todos los espectros políticos, desde la derecha hasta la izquierda.
De aquí que tales principios deben permanecer abiertos, como marcos que ciertamente son “universales” para la “humanidad”, aunque sabiendo que estos últimos son instancias que se encuentran en constante construcción debido a que son representaciones de una heterogeneidad de sujetos, discursos e instituciones que distan de darle un único sentido. Por el contrario, redefinen constantemente su significado según los movimientos, las circunstancias, las demandas y los contextos.
Heterogeneidad de lo político y circulación del poder son dos elementos que forman parte de nuestra existencia como sociedad. Ahora, requerimos darle un giro ontológico a su comprensión: ellas no deben ser simples muestras de una realidad que suscita por sí sola sino hay que asumirlas como instancias constitutivas de nuestro ser como humanidad y como sociedades. En otros términos, el fin de los totalitarismos no llegará con la creación de “un modelo” alternativo sino con la creación de un espacio que permita la circulación del poder y donde las voces que imprimen lo heterogéneo de nuestras sociedades sean escuchadas, para que así se cuestione todo poder que pretenda una centralidad absoluta y también se deconstruyan aquellos imaginarios socio-políticos herméticos que frenan el necesario proceso de constante redefinición social.
Lo que está sucediendo en estos días es una nueva oportunidad que la historia nos da para cambiar el rumbo de las dinámicas políticas. “Los indignados” son la plasmación de que los modelos políticos y las comprensiones ideológicas vigentes continúan en crisis y no responden a las demandas del global, heterogéneo y posmoderno contexto en que vivimos. Debemos cuidarnos de no blanquear superficialmente aquello que nos ha llevado a la crisis actual. Asumir la heterogeneidad de lo político implica un cambio en nuestros discursos absolutistas y deterministas, a ver la complejidad de los procesos sociales, a comprender que nuestros posicionamientos requieren ser relativos y pasajeros, para así facilitar la inclusión y permitir el flujo constante del poder y el necesario cuestionamiento de todo aquello que se presenta como respuesta. Que la indignación se proyecte de una coyuntura histórica determinada a una actitud de revisión constante de nuestros ejercicios políticos.

Sobre el autor:
Nicolás Panotto es Director general del Grupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública (GEMRIP) Licenciado en Teología por el IU ISEDET, Buenos Aires. Doctorando en Ciencias Sociales y Maestrando en Antropología Social por FLACSO Argentina. Miembro de la Fraternidad Teológica Latinoamericana.

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Juan Stam
Por Juan Stam
Muchos evangélicos — probablemente la mayoría, por lo menos en los EUA — defienden desde la Biblia al actual estado israelí. Por los mismos argumentos, rechazan los reclamos palestinos de una parte del territorio que antes ocupaban. Estos evangélicos ven la formación del estado israelí como un evidente cumplimiento profético, maravilloso e impactante, y hasta una prueba de la veracidad de la Biblia. Es, para ellos, también una señal de la pronta venida de Cristo. En esa teología sionista-evangélica, «Israel es el reloj de Dios».
En cuanto a este tema, hay algo que me sorprende mucho: ningún pasaje del Nuevo Testamento enseña tal cosa. Jesús profetizó la destrucción de la ciudad de Jerusalén por los romanos (Mr 13; Lc 21; Mt 24), pero no procedió a anunciar la reconstrucción de esa ciudad, mucho menos el establecimiento de un futuro estado israelí. Según la versión en San Lucas, después de su destrucción «los gentiles pisotearán a Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos» (Lc 21:24), A eso sigue, en los tres evangelios sinópticos, no un estado israelí sino el retorno de Cristo. Eso me parece muy significativo.

¿Cómo es posible que las escrituras hebreas (Antiguo Testamento) digan una cosa, y las escrituras cristianas (Nuevo Testamento) digan otra cosa? Quiero hacer unos comentarios al respecto, sin pretender agotar el tema y las evidencias al respecto.
Son numerosos los pasajes del AT que prometen tierra a Israel. A inicios de la historia de la salvación, Dios llama a Abraham a «la tierra que te mostraré» (Gén 12:1,7) para formar ahí un pueblo como una nación grande (12:2; 18:18).3 Los defensores evangélicos del sionismo citan una larga cadena de textos muy explícitos:

Yo te daré a ti [Abram] y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada… Ve y recorre el país a lo largo y lo ancho, porque a ti lo daré. (Gén 13:15,17; cf. 17:8; 48:3-4)
Tú les prometiste [a Abraham, Isaac y Jacob] que a sus descendientes les darías toda esta tierra como su herencia eterna. (Ex 32:13)
Tal como le prometí a Moisés. yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies. Su territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste. (Jos 1:3-4; cf. Deut 11:24-25; cf. 34:4)
¿No fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? (2Cron 20:7; cf. Esd 9:12)
Cf. entre muchos otros textos Isa 34:17; Jer 7:7; 25:5; Ezq 37:25; Joel 3:20

Siendo tan enfática y tan repetitiva esta enseñanza de las escrituras hebreas. ¿cómo podemos explicar su ausencia en las escrituras cristianas, aun cuando Jesús profetiza la destrucción de Jerusalén? En los tiempos del NT, toda la tierra de Israel estaba ocupada por el imperio romano. Después de la caída de Roma, pasaron largos siglos, hasta el XX, sin existir ningún estado israelí sobre la faz de la tierra. Si la promesa fue «para siempre». ¿cómo pueden caber tales paréntesis de muchos siglos en una promesa supuestamente perpetua?
El requisito primero e indispensable para entender el AT es el de siempre interpretarlo en primer lugar dentro de su propio contexto y sólo después en el contexto del NT o del Siglo XXI. Eso debe aplicarse a la semántica de su lenguaje, la problemática a que responden sus afirmaciones, y el contexto de cada pasaje. Comencemos con un detalle importante en cuanto al idioma hebreo.
Aunque parezca extraño, el idioma hebreo no contiene la palabra «siempre» en su vocabulario, ni mucho menos la palabra «eterno».4 Para esa idea empleaba mayormente la frase «por los siglos» o «por los siglos de los siglos» o frases similares. La idea básica de «siglo» (yoLaM en hebreo) es «un tiempo largo», a menudo «pasado remoto» o «futuro remoto». Puede ser un período largo sin principio ni fin («el Dios sempiterno», Deut 33.27), pero también largo con principio (desde pasado remoto) o con fin (hasta un futuro remoto).5 La ocupación por Israel de Palestina tuvo un principio y puede tener un fin, en lo que al adjetivo «siempre» se refiere. Por eso, la palabra «siempre» o términos similares en las promesas de tierra no significan necesariamente que dicha promesa constituye un «título de propiedad» para el actual gobierno israelí.
Un pasaje revelador para este tema está en Jeremías 31:

Vienen días — afirma el Señor —
en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá.
No será un pacto como el que hice con sus antepasados…
ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo…
Así dice el Señor,
cuyo nombre es el Señor Todopoderoso,
quien estableció el sol para alumbrar el día,
y la luna y las estrellas para alumbrar la noche,
y agita el mar para que rujan sus olas:
Si alguna vez fallaran estas leyes
— dice el Señor —
entonces la descendencia de Israel
ya nunca más sería mi nación especial.
— Así dice el Señor —
Si se pudieran medir los cielos en lo alto
y en lo bajo explorar los cimientos de la tierra,
entonces yo rechazaría a la descendencia de Israel
por todo lo que ha hecho
— afirma el Señor –.
(Jer 31:31-32, 35-37)

Este pasaje interpreta proféticamente dos pactos divinos. La primera promesa, en prosa, anuncia un nuevo pacto de Dios con Israel, y específicamente con Judá. Éste nuevo pacto, de carácter ético-espiritual, reemplazará al viejo pacto, anulado por la desobediencia del pueblo (31:32). La segunda promesa, en verso, asegura, en los términos más enfáticos, la existencia «eterna» de la nación judía, co-extensiva con la duración del pacto de Dios con la creación (Gén 1:16; 9:8-13).1
La primera promesa, del nuevo pacto, se cumple muy explícitamente en la última cena del Señor, cuando declara, «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre… que es derramada por muchos para perdón de pecados» (1 Cor 11:25; Mat 26:28; Luc 22:20; Mat 26:28). Pero, ¡qué sorpresa!, Jeremías no hubiera reconocido este cumplimiento de su profecía. Aquí no hay nada del pueblo de Israel ni de la tribu de Judá, ni de escribir la ley en los corazones. Ahora el nuevo pacto tiene un contenido totalmente diferente. Es un pacto en la sangre derramada del Mesías, de lo que Jeremías no parece haber sabido nada. Es un pacto para la remisión de pecados, algo medular al sentido de la muerte de Jesús pero ausente en la promesa original de un nuevo pacto.
Es indispensable — ¡estrictamente obligatorio!, ¡urgentemente imperativo! — interpretar a cada pasaje del Antiguo Testamento en su contexto histórico, como mensaje profético a sus contemporáneos y no primeramente a nosotros. Jeremías, como los demás profetas en general, quiso comunicar a sus oyentes un mensaje de amonestación y esperanza, de denuncia y anuncio. Si Jeremías hubiera dicho, por revelación divina, «Dios hará un nuevo pacto a un nuevo pueblo, redimido por la sangre del Mesías, y ese pacto se celebrará en algo nuevo que va a llamarse ‘iglesia'», no hubiera comunicado a sus contemporáneos el mensaje que ardía como fuego en sus huesos.
Ni Jeremías ni ningún otro profeta hebreo tenían la menor idea de una «segunda venida» del Mesías, largo tiempo después de su primera venida, ni de una nueva comunidad que iba a llamarse «iglesia» que existiría entre la primera y la segunda venida. Si entendemos que la esencia de la profecía no era la predicción futurista sino la exhortación y exigencia, entenderemos también que anuncios de la futura existencia de la iglesia o de una segunda venida del Mesías más bien hubiera bloqueado seriamente la comunicación del mensaje. Eran verdades que en ese momento no hacían falta.
Básicamente lo mismo puede decirse de Jer 31:35-37. En primer lugar, debemos tomar en cuenta que estos versículos son una expresión poética, con alguna dosis de hipérbole, de la fidelidad de Yahvéh para con su pueblo.2 E igual que el nuevo pacto, Dios lo ha cumplido pero no como Jeremías lo entendía o lo esperaba. El NT describe la iglesia como nación santa, tesoro especial, pueblo de reyes y sacerdotes, y otras atribuciones del pueblo de Dios. San Pablo afirma que los verdaderos hijos de Abraham son los hijos de su fe, sean judíos o gentiles, y que los creyentes incircuncisos tienen la circuncisión del corazón. Con este nuevo «Israel de Dios» (Gál 6:16) el «Israel» se ha expandido y internacionalizado.
A San Pablo, como fiel judío hasta su muerte, le dolía profundamente la condición de su pueblo (Rom 9:2-5; 10:1). Apelando al concepto profético del «remanente», Pablo afirma que «Dios no rechazó a su pueblo, al que de antemano conoció» (Rom 11:1-2) y que «luego todo Israel será salvo» (11:26). Así queda claro que Dios no ha abandonado a Israel, y que la nación judía sigue presente ante él. Pero una cosa es la nación y otra cosa es el estado. Durante la mayor parte del tiempo después de Jesús, Israel ha sido una nación pero no ha tenido un estado ni ha ocupado territorio. La promesa de Dios sigue fiel, pero en ningún pasaje del NT esa fidelidad de Dios incluye un estado político y un territorio geográfico, ni mucho menos un ejército armado hasta los dientes. Eso es impresionante porque en la época del NT Israel era colonia de Roma, y otros movimientos sí anunciaban la restitución de un gobierno judío independiente.
La actitud hacia el judaísmo en el NT parece ser ambivalente. Juan de Patmos, autor del Apocalipsis, era también judío de nacimiento, palestinense de origen, pero tenía otra actitud. Describe a los judíos de Esmirna y los de Filadelfia como «sinagoga de Satanás», aparentemente por su colaboración con el satánico imperio romano y por haber delatado a los cristianos ante las autoridades romanos. El mismo Jesús, en su polémica contra los poderosos líderes judíos, exclamó, «Por eso les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino» (Mat 21:43).
Conclusión:
Los cristianos/as debemos interpretar los textos del AT dentro de su propio contexto original y la semántica de su lenguaje (como p.ej. el término «siempre»), y después buscar su reinterpretación en el NT, a la luz de la venida del Mesías, su segunda venida y el nacimiento de la iglesia.`Bien analizado, ni el AT da base para un derecho divino de Israel a determinado territorio hoy, ni mucho menos la da el NT. Ese error sólo entorpece el análisis del problema entre los israelíes y los palestinos. Ese conflicto debe analizarse, como cualquier otro conflicto político, por los mismos factores históricos, sociales, económicos y éticos, en términos de justicia y promoción de la vida.

Notas:
1. De hecho, Dios quiere que todos tengan suficiente tierra para una vida digna. Apenas crea a Adán y le prepara una finquita.
2. Obviamente, cuando las palabras «siempre» o «eterno» aparecen en las traducciones, es interpretación del traductor. Tampoco se refiere el término al «siglo» como período de cien años.
3. Sólo en Éxodo se describe como «eterno» («siempre», perpetuo, Y oLaM) la vida de un esclavo (21:6; cf. Dt 15:17), las instrucciones para el aceite de la lámpara (27:21), la ofrenda elevada con el pecho para los sacerdotes (29:28) y la unción para el sacerdocio perpetuo (40:15), la tela para los calzoncillos del Sumo Sacerdote (28:42) y su deber de lavar sus manos y sus pies (30:21; para más ejemplos de Éxodo y de otros libros, búsquese bajo «estatuto perpetuo» en la Concordancia). Las doce piedras en el Jordán eran «un recuerdo permanente» para Israel (Jos 4:7) y el sacerdocio de los hijos de Elí, que Dios declaró «eterno», poco después fue invalidado por Dios mismo y la familia de Elí «condenada para siempre» (1 Sam 2:20; 3:13-14).
4. Básicamente, lo que hoy llamamos «leyes naturales» la Biblia considera «pactos de Dios con la creación»/ La diferencia es que un pacto tiene carácter personal y es condicional. El pacto con la creación también nos exige obediencia.
5. Según Rom 4:13, Dios le prometíó a Abraham que sería heredero del mundo (ho kosmos). La promesa similar en Sal 2:8 se interpretaba cristológicamente en el NT.

Sobre el autor: 
Juan Stam se nacionalizó costarricense como parte de un proceso de identificación con América Latina .  Es Dr. en Teología por la Universidad de Basilea.  Docente y escritor de libros, artículos y del Comentario Bíblico Iberoamericano del Apocalipsis de Editorial Kairós.

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Juan García Biedma
Iglesia católica y protestantes españolesMuy de acuerdo en que se de a conocer el problema (del protestantismo español) y se desarrollen actos de protesta por toda España para el próximo 31 de octubre.

 

Creo conocer como pocos la trayectoria de las iglesias cristianas evangélicas en España.

 Apuntar de manera muy general que para la Iglesia católica española siempre ha conformado una minoría tan exigua numéricamente e imprecisa confesionalmente, que no le ha prestado más atención que la que se debe con los “vecinos molestos”.

En efecto, la Iglesia católica en España, a través de su Comisión de Relaciones Interconfesionales (CERI), de la Conferencia Episcopal Española (CEE), ha mantenido diversas «relaciones» no siempre de hermandad, pues ha imperado en no pocas de ellas la prepotencia y arrogancia que ofrecen los números, que no la calidad, de fieles y su pretendido tono de superioridad ecuménica, frente a «comunidades eclesiales» alejadas de Roma, a las que ha considerado, salvo excepciones como la Iglesia Evangélica Española (IEE), la Iglesia Luterana en España o la Comunión Anglicana o IERE, como de escasa vocación ecuménica, y en la mayoría de los casos de antiecuménicas.

La CERI (Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española), bien a través de su director o algún asesor técnico, bien a través de sus obispos, miembros o presidente, se han dejado notar bien poco en los acontecimientos más importantes del protestantismo español, así como han limitado también la ayuda del “hermano mayor” a lo estrictamente protocolario.

 Que un servidor sepa, la Iglesia católica siempre ha mantenido relaciones “amistosas” y respetuosas con el resto de iglesias cristianas, pero sin ir más lejos de lo que unas relaciones interconfesionales sanas puedan demandar. En el caso español ha demandado acciones pastorales conjuntas; peticiones expresas de “perdón” por actos históricos lesivos por parte de la Iglesia católica dominante… Por ejemplo, la Iglesia católica en España ha desechado al resto de iglesias cristianas en la presencia de éstas en ámbitos como el ejército alegando su escasísimo personal militar confesional no católico (años atrás se utilizó los mismos argumentos para negar su presencia pastoral en cárceles y hospitales), ámbito en el que sigue manteniendo en exclusiva tanto la formación moral como la oferta religiosa y espiritual la Iglesia católica, con una presencia de categoría arzobispal, con suficiente dotación de personal militar y civil, medios, edificios y cuerpo sacerdotal, equiparado éste económica y militarmente a los Mandos de carrera militar.

 Pero no es mejor la visión que las diócesis españolas, sean éstas personales como territoriales, o instituciones y toda clase de organizaciones católicas españolas, tienen del amplio espectro de confesiones cristianas en España, considerando desde una supuesta supremacía a algunas de éstas como “sectas”, con todas las connotaciones peyorativas y negativas que el término adquiere en una sociedad abierta como la nuestra. Pongo por ejemplo a los Adventistas del Séptimo Día, o bien algunas comunidades pentecostales, que reciben el estigma del sectarismo por personas y/o entidades que se presentan como católicas romanas desde la arrogancia que nace de la creencia de ser árbitro o juez de las creencias y prácticas religiosas de grupos humanos, sin el menor atisbo de rubor ecuménico, sin la consideración cristiana y respeto humano debido a la aceptación de la pluralidad en la organización y creencias dentro del cristianismo, y a la negación teológica cristiana de la exclusividad o superioridad de una Iglesia histórica (como es el caso de la Iglesia católica de Roma), sobre el resto de iglesias cristianas.

 Calificaciones como la de “sectas” al “distinto” ofrece a los cristianos y a la sociedad en general una visión de intolerancia y prepotencia por parte de la Iglesia católica , que vela así su empeño ecuménico, contradice su ideal de servicio y coloca en tela de juicio su misma presencia pública.

 Entiendo bien las reclamaciones (ya históricas) de estas iglesias en España. Y no solamente comprendo su descontento ante lo inicuo de la situación actual, sino que comparto con todos los cristianos evangélicos españoles su deseo, por otra parte muy ejemplar y cristiano, de ser respetados , de ser debidamente atendidos en todos los ámbitos de la sociedad española, con independencia de su número, de ser tratados en igualdad y paridad con el resto confesional español,  pues les ampara primero la justicia histórica (unas iglesias que han vivido un largo período en la sombra, bajo el peso de un estado confesional católico, que les negaba e incluso perseguía), segundo el nuevo orden que los españoles consagramos en la Constitución de 1978 , en donde queda establecido la separación entre confesiones religiosas y Estado.

Este es el espíritu constitucional del artículo 16.3 de nuestra Constitución, al declarar que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”. El hecho de ser citada, en dicho artículo, la Iglesia católica por su nombre y las demás confesiones de manera general, no indica en absoluto que la Católica tenga primacía, prebendas, prerrogativas o espacios pastorales en exclusiva en nuestro país, siendo así que si la Iglesia católica detentara alguno como propio, o bien disfrutara de mayores consideraciones por parte del Estado, la Constitución, su letra y espíritu, serían gravemente lesionados, por lo que se hace necesaria la revisión del citado artículo, como una nueva Ley de Libertad Religiosa que ponga fin a una situación de facto, camuflada de poder y favoritismo de una Iglesia frente al resto confesional español.

 De acuerdo entonces en que el próximo gobierno “aplique de una vez por todas las directrices de la Constitución” y las leyes que regulan el derecho a la libertad religiosa, que remuevan los obstáculos existentes y se garantice una libertad de culto real y efectiva”.

Y para este empeño, muy de acuerdo en que se de a conocer el problema y se desarrollen actos de protesta y manifestaciones por toda España para el próximo día 31 de octubre.

Autores: Juan García Biedma

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El sol comenzará a despuntar

Publicado: octubre 17, 2011 en Iglesia, Misión Integral

Juan Simarro Fernández
Retazos del evangelio a los pobres (XLI)
El sol comenzará a despuntar“Mas en la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar… ¡Un fantasma!… ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” Mateo 14:25-27. Texto completo en Mateo 14:22-33.

 

 Es la cuarta vigilia de la noche. Es el momento del horror, del problema, de la pesadilla.  Es cuando uno casi ni siquiera se considera humano. Es como en las peores pesadillas de Kafka. Uno se siente un insecto retorcido, abandonado, infravalorado, privado de dignidad. La noche parece eterna. Uno está en un túnel que parece que no tiene fin… No hay solución. Nadie vendrá. Nadie puede ayudarme.

Puede ser el problema de los pobres del mundo, de los hambrientos. Los niños mueren en los brazos de sus madres por falta de alimentación. No hay salida, no hay esperanza. Se está en medio del mar encrespado. Nadie viene dispuesto a la ayuda. Es la situación de muchos de los desempleados en el mundo. Sobrante humano. Ni siquiera quieren explotarlos como en los momentos de las peores revoluciones industriales… Uno de los pobres en una situación de pobreza y de exclusión extrema, me decía: “No soy nada, un bulto, un poco de grasa”. Una barca rota azotada por las olas de un mar encrespado en la que sólo queda ya, por unos minutos, una tabla de salvación. Todo se ha ido a la deriva. La tabla pronto dejará de sostenerme.

También otro tipo de sufrientes: los enfermos que sufren dolor y están desahuciados en situaciones límite, los maltratados, los torturados, los despreciados, los infravalorados y robados de dignidad. Vidas azotadas y lanzadas en medio de la cuarta vigilia de la noche en medio de un mar encrespado. El horror, la desesperanza.

 ¿Hay algún mensaje para ellos? ¿Se puede andar sobre el sufrimiento, sobre el horror y la tragedia?  ¿Podemos andar sobre nuestro propio problema? El texto que comentamos es el de los discípulos en medio de la cuarta vigilia de la noche, azotados por un fuerte viento y con grandes olas que hacían naufragar la pequeña barquilla en la que iban. Todo un símbolo del sufrimiento humano. ¿Cómo podremos andar sobre nuestro problema?

 Jesús da ejemplo: aparece andando sobre el problema de sus discípulos.  Se puede andar sobre la causa del sufrimiento de los otros para intentar que ellos también puedan caminar por encima de sus horrores. En medio de la cuarta vigilia de la noche y de las ondas, las olas y los vientos, el sol puede comenzar a despuntar. No es fácil. Cuando la noche es dura y oscura, cuando sólo se perciben tinieblas, puede que los sufrientes del mundo, al acercárseles Jesús, aunque sea por medio de sus discípulos y de sus seguidores en el mundo, pueden parecer fantasmas.

Los cristianos necesitan identificarse en medio del sufrimiento de los pobres, oprimidos, torturados y marginados del mundo. En medio de los sufrientes de nuestra historia. Para eso tenemos que aprender a andar sobre las olas, las ondas y los vientos del sufrimiento humano, aprender a andar sobre las injusticias, los desequilibrios y las causas de la pobreza y del sufrimiento con pies solidarios, bocas denunciadoras y brazos arremangados dispuestos al servicio.

 Jesús puede caminar sobre las aguas encrespadas del sufrimiento humano y nos pide que nosotros también aprendamos a caminar sobre estos vientos y olas. Si nos perciben como fantasmas, debemos de identificarnos: Tened ánimo. Somos nosotros, los seguidores del Dios altísimo. Queremos ayudaros  a que vosotros también podáis caminar sobre la cuarta vigilia de vuestra noche, sobre las aguas encrespadas de vuestro sufrimiento. Contáis con la solidaridad, la voz y el compromiso con la justicia de todo un pueblo. Somos el pueblo de Dios, agentes de liberación, manos tendidas que os ayudarán a caminar sobre las aguas en la cuarta vigilia de la noche de vuestro sufrimiento.

Los cristianos debemos trabajar para que el sol comience a despuntar en los lugares de conflicto, en los focos de marginación, en las zonas de mayor pobreza. El sol no comenzará a despuntar hasta que nosotros, siguiendo las órdenes del Maestro, no nos lancemos a caminar sobre las aguas encrespadas en las que están tantos de nuestros coetáneos.

Si el pueblo empobrecido y sufriente, cuando nos acercamos a ellos, nos confunden en medio de su noche con fantasmas, como ocurrió a los discípulos con Jesús, ¿tenemos nosotros argumentos suficientes para identificarnos como agentes de liberación del Reino? Jesús fue contundente: “Tened ánimo; yo soy, no temáis”. Y los discípulos identificaron a Jesús después de haberle confundido con un fantasma.

 ¿Tenemos las suficientes señas de identidad los cristianos para con los pobres, los oprimidos y los sufrientes del mundo que están en su cuarta vigilia de la noche, en medio de su valle de sombras de muerte?  ¿Podemos los cristianos decir con autoridad a los pobres y excluidos de la tierra que tengan ánimo, que somos nosotros, los seguidores del Maestro y que echen fuera todo temor?

El Apóstol Pedro pudo andar sobre las aguas encrespadas en la cuarta vigilia de la noche, mientras mantuvo su mirada fija en el Señor. Cuando miró los problemas, los vientos y las olas gigantes, comenzó a hundirse. Nos da la clave para poder enseñar a caminar a otros sobre su sufrimiento: Hay que mantener la mirada fija en el Señor. Mantener la mirada fija en su ejemplo, en sus prioridades, sus estilos de vida, su denuncia y su compromiso con los débiles del mundo.

 Podemos actuar. ¿Por qué dudamos, hombres de poca fe?  Yo muchas veces no encuentro salida para la acción en el mundo. Me limito a mi trabajo con los pobres de la tierra en Misión Urbana. No tengo ni los medios, ni las relaciones, ni las infraestructuras suficientes. Me gustaría tener y dar más visión. Es posible actuar. Es posible caminar sobre las aguas. Es posible sanar heridas y comunicar paz y felicidad. Los cristianos del mundo deberían ser más esa levadura que ponga en movimiento la solidaridad de los cristianos de la tierra. Si se consiguiera, los vientos se calmarían, volvería la paz que se fundamenta en la justicia… y el sol comenzaría a despuntar. ¡Levantaos, cristianos del mundo, y comenzad a caminar sobre las aguas! El sol de justicia puede deslumbrar la tierra y curar todas las heridas.

Autores: Juan Simarro Fernández

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Las 95 tesis de Lutero

Publicado: octubre 17, 2011 en Historia, Iglesia, Luteranismo

César Vidal Manzanares
La Reforma indispensable (21)
Las 95 tesis de LuteroPasamos, tal y como anunciamos, a un análisis pormenarizado de las noventa y cinco tesis de Lutero sobre las indulgencias.

 

Las primeras tesis de Lutero apuntan al hecho de que Jesucristo ordenó hacer penitencia -literalmente:  arrepentíos  en el texto del Evangelio – pero que ésta es una actitud de vida que supera el sacramento del mismo nombre:

 “1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo “haced penitencia”, etc, quiso que toda la vida de los fieles fuese penitencia.
 2. Este término no puede ser entendido como una referencia a la penitencia sacramental, es decir, a la confesión y satisfacción realizada por el ministerio sacerdotal ”

Precisamente, por ello el papa no puede remitir ninguna pena a menos que previamente lo haya hecho Dios o que sea una pena impuesta por si mismo. De esto se desprendía que afirmar que la compra de las indulgencias sacaba a las almas del purgatorio de manera indiscriminada no era sino mentir ya que el papa no disponía de ese poder:

 “5. El papa no quiere ni puede remitir pena alguna, salvo aquellas que han sido impuestas por su propia voluntad o de acuerdo con los cánones.
 El papa no puede remitir ninguna culpa, a no ser cuando declara y aprueba que ha sido ya perdonada por Dios, o cuando remite con seguridad los casos que le están reservados..
 20… la remisión plenaria de todas las penas por el papa, no hace referencia a todas las penas, sino sólo a las que él ha impuesto.
 Yerran, por lo tanto, los predicadores de las indulgencias que afirman que en virtud de las del papa el hombre se ve libre y a salvo de toda pena.
 no remite ninguna pena a las almas del purgatorio que, de acuerdo con los cánones, tendrían que haber satisfecho en esta vida.
 Si se pueden remitirse las penas a alguien, seguro que se limita únicamente a los muy perfectos, es decir, a muy pocos.
 Por lo tanto, se está engañando a la mayor parte de la gente con esa promesa magnífica e indistinta de la remisión de la pena.””

 A fin de cuentas, según Lutero, la predicación de las indulgencias no sólo se basaba en una incorrecta lectura del derecho canónico sino que además servía para satisfacer la avaricia  de determinadas personas y para colocar en grave peligro de condenación a aquellos que creían sus prédicas carentes de una base espiritual cierta:

 27. Predican a los hombres que el alma vuela en el mismo instante en que la moneda arrojada suena en el cepillo.
 Es verdad que gracias a la moneda que suena en la cesta puede aumentarse lo que se ha recogido y la codicia, pero el sufragio de la iglesia depende de la voluntad divina.
 31. El ganar de verdad las indulgencias es tan raro, a decir verdad, tan   rarísimo, como el encontrar a una persona arrepentida de verdad. 
 Se condenarán eternamente, junto a sus maestros, los que creen que aseguran su salvación en virtud de cartas de perdones.
 35.No predican la verdad cristiana los que enseñan que no es necesaria la contrición para las personas que desean librar las almas o comprar billetes de confesión”

 En realidad, según Lutero, mediante predicaciones de este tipo, se estaba pasando por alto que Dios perdona a los creyentes en Cristo que se arrepienten y no a los que compran una carta de indulgencia.  La clave del perdón divino se halla en que la persona se vuelva a Él con arrepentimiento y no en que se adquieran indulgencias. Con arrepentimiento y sin indulgencias es posible el perdón, pero sin arrepentimiento y con indulgencias la condenación es segura.

Por otro lado, había que insistir también en el hecho de que las indulgencias nunca pueden ser superiores a determinadas obras de la vida cristiana. Aún más, el hecho de no ayudar a los pobres para adquirir indulgencias o de privar a la familia de lo necesario para comprarlas constituía una abominación que debía ser combatida:

 “36. Todo cristiano verdaderamente arrepentido tiene la debida remisión plenaria de la pena y de la culpa, aunque no compre cartas de indulgencia.
 37. Todo cristiano, vivo o muerto, incluso sin cartas de indulgencia, disfruta de la participación de todos los bienes de Cristo y de la iglesia concedidos por Dios. 
 39. Resulta extraordinariamente difícil, incluso para los mayores eruditos, presentar a la vez al pueblo la generosidad de las indulgencias y la verdad de   la contrición.
 41. Hay que predicar con mucha cautela las indulgencias apostólicas, no sea que el pueblo entienda erróneamente que hay que anteponerlas a las demás obras buenas de caridad.
 Hay que enseñar a los cristianos que actua mejor quien da limosna al pobre o ayuda al necesitado que el que adquiere indulgencias.
 ya que mediante las obras de caridad éste crece y el hombre se hace mejor, mientras que a través de las indulgencias no se hace mejor sino que sólo se libra mejor de las penas.
 Hay que enseñar a los cristianos que aquel que ve a un necesitado y lo que pudiera darle lo emplea en comprar indulgencias, no sólo no consigue la venia del papa sino que además provoca la indignación de Dios.
 Hay que enseñar a los cristianos que, a menos que naden en la   abundancia, deben reservar lo necesario para su casa y no despilfarrarlo en la adquisición de indulgencias”.

Lutero -que seguía siendo un fiel hijo de la iglesia católica- estimaba que el escándalo de las indulgencias no tenía relación con el papa, a pesar de los antecedentes de las últimas décadas, y que éste lo suprimiría de raíz de saber lo que estaba sucediendo. En otras palabras –y este extremo resulta de enorme importancia– los representantes de la institución papal podían haber sido indignos -los casos de Alejandro VI o de Julio II eran una buena muestra de ello- pero eso en si no negaba la legitimidad de la misma:

 “48. Hay que enseñar a los cristianos que el papa, cuando otorga indulgencias, más que dinero sonante desea y necesita la oración devota.
 Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias del papa tienen utilidad si no las convierten en objeto de su confianza, pero muy perjudiciales si como consecuencia de ellas pierden el temor de Dios.
 Hay que enseñar a los cristianos que si el papa supiera las exacciones cometidas por los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica   de san Pedro se viera reducida a cenizas antes que levantarla con el pellejo, la carne y los huesos de sus ovejas.
 Hay que enseñar a los cristianos que el papa, como es natural, estaría dispuesto, aunque para ello tuviera que vender la basílica de san Pedro,   a dar de su propio dinero a aquellos a los que se lo sacan algunos predicadores de indulgencias” 

Para Lutero -que deja transparentar un concepto muy respetuoso e incluso idealizado de la institución papal- resultaba obvio que el centro de la vida cristiana, que debía girar en torno a la predicación del Evangelio, no podía verse sustituido por la venta de indulgencias.  Ésa era la cuestión fundamental, la de que la misión de la iglesia era predicar el Evangelio. Al permitir que aspectos como las indulgencias centraran la atención de las personas lo único que se lograba era que apartaran su vista del esencial mensaje de salvación,  que se desviaran del Evangelio que anunciaba el verdadero camino hacia la vida eterna:

 “54. Se injuria a la palabra de Dios cuando se utiliza más tiempo del sermón para predicar las indulgencias que para predicar la palabra.
 55. La intención del papa es que si las indulgencias (que son lo de menor importancia) se anuncian con una campana, con una pompa y en una ceremonia, el Evangelio (que es lo de mayor importancia) se proclame con cien campanas, cien pompas y cien ceremonias.
 El tesoro verdadero de la iglesia consiste en el sagrado evangelio de la gloria y de la gracia de Dios;
 pero es lógico que resulte odioso ya que convierte a los primeros en últimos.
 Por el contrario, el tesoro de las indulgencias resulta lógicamente agradable ya que convierte en primeros a los últimos.
 Los tesoros del Evangelio son las redes con las que en otros tiempos se   pescaba a los ricos;
 ahora los tesoros de las indulgencias son las redes en las que quedan atrapadas las riquezas de los hombres.
 Las indulgencias, proclamadas por los predicadores como las gracias de mayor importancia, deben ser comprendidas así sólo en virtud de la ganancia que procuran;
 en realidad son bien poca cosa, si se las compara con la gracia de Dios y con la piedad de la cruz”

Precisamente, partiendo de estos puntos de vista iniciales -la desvergüenza y la codicia de los predicadores de indulgencias, la convicción de que el papa no podía estar de acuerdo con aquellos abusos y la importancia central de la predicación del Evangelio- Lutero podía afirmar que las indulgencias en si, pese a su carácter de escasa relevancia, no eran malas y que, precisamente por ello, resultaba imperativo que la predicación referida a las mismas se sujetara a unos límites más que desbordados en aquel momento. De lo contrario, la iglesia católica tendría que exponerse a críticas, no exentas de mala fe y de chacota, pero, a la vez, lo suficientemente cargadas de razón como para hacer daño por la parte mayor o menor de verdad que contenían:

 “69. Los obispos y los sacerdotes tienen la obligación de aceptar con toda reverencia a los comisarios de indulgencias apostólicas;
 pero tienen una obligación aún mayor de vigilar con ojos abiertos y escuchar con oídos atentos a fin de que aquellos no prediquen sus   propias ideas imaginarias en lugar de la comisión del papa.
 Sea anatema y maldito quien hable contra la verdad de las indulgencias papales;
 pero sea bendito el que tenga la preocupación de luchar contra el descaro y la verborrea del predicador de indulgencias.
 Lo mismo que el papa, con toda justicia, fulmina a los que de manera fraudulenta hacen negocios con gracias,
 con motivo mayor intenta fulminar a los que, con la excusa de las indulgencias, perpetran fraudes en la santa caridad y en la verdad.
 81. Esta predicación vergonzosa de las indulgencias provoca que ni siquiera a los letrados les resulte fácil mantener la reverencia debida al papa frente a las injurias o a las chacotas humorísticas de los laícos,
 82. como: ¿porqué el papa no vacía el purgatorio en virtud de su santísima caridad y por la gran necesidad de las almas, que es la causa más justa de todas, si redime un número incalculable de almas por el funestísimo dinero de la construcción de la basílica que es la causa más insignificante?
 83. también: ¿porqué persisten las exequias y aniversarios de difuntos, y no devuelve o permite que se perciban los beneficios fundados para ellos, puesto que es una injuria orar por los redimidos?
 84. también: ¿qué novedosa piedad es ésa de Dios y del papa que permite a un inicuo y enemigo de Dios redimir por dinero a un alma piadosa y amiga de Dios, y, sin embargo, no la redimen ellos por caridad gratuita guiados por la necesidad de la misma alma piadosa y amada de Dios?
 86. también: ¿porqué el papa, cuyas riquezas son actualmente mucho más pingües que las de los ricos más opulentos, no construye una sola basílica de san Pedro con su propio dinero mejor que con el de los pobres fieles? 
 89. Y ya que el papa busca la salvación de las almas por las indulgencias mejor que por el dinero ¿porqué suspende el valor de las cartas e indulgencias concedidas en otros tiempos si cuentan con la misma eficacia?”

Para Lutero, aquellas objeciones no implicaban mala fe en términos generales. Por el contrario, constituían un grito de preocupación que podía brotar de las gargantas más sinceramente leales al papado y precisamente por ello más angustiadas por lo que estaba sucediendo. La solución, desde su punto de vista, no podía consistir en sofocar aquellos clamores reprimiéndolos sino en acabar con unos abusos que, de manera totalmente lógica, causaban el escándalo de los fieles formados, deformaban las concepciones espirituales de los más sencillos y arrojaban un nada pequeño descrédito sobre la jerarquía:

 “90. Amordazar estas argumentaciones tan cuidadas de los laicos sólo mediante el poder y no invalidarlas con la razón, es lo mismo que poner en ridículo a la iglesia y al papa ante sus enemigos y causar la desventura de los cristianos.
 91. Todas estas cosas se solucionarían, incluso ni sucederían, si las indulgencias fueran predicadas según el espíritu y la mente del papa”

 Como ya anunciamos la pasada semana, en su conjunto, por lo tanto, las 95 Tesis eran un escrito profundamente católico e impregnado de una encomiable preocupación por el pueblo de Dios y la imagen que éste pudiera tener de la jerarquía. Además, en buena medida, lo expuesto por Lutero ya había sido señalado por autores anteriores  e incluso cabe decir que con mayor virulencia.

Sin embargo, el monje agustino no supo captar que la coyuntura no podía ser humanamente más desfavorable. Por desgracia, ni el papa ni los obispos eran tan desinteresados como él parecía creer y, desde luego, en aquellos momentos necesitaban dinero con una urgencia mayor de la que les impulsaba a cubrir su labor pastoral.

Quizá de no haber sido ésa la situación, de no haber requerido el papa sumas tan cuantiosas para concluir la construcción de la basílica de san Pedro en Roma, de no haber necesitado Alberto de Brandeburgo tanto dinero para pagar la dispensa papal, la respuesta, de haberse dado, hubiera resultado comedida y todo hubiera quedado en un mero intercambio de opiniones teológicas que en nada afectaban al edificio eclesial. Sin embargo, las cosas discurrieron de una manera muy diferente y las 95 Tesis iniciaron el Caso Lutero y, al hacerlo, cambiaron de manera radical – e inesperada – la Historia.

 CONTINUARÁ: La Reforma indispensable (21): La reacción a las 95 tesis de Lutero

Autores: César Vidal Manzanares

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100 documentos secretos

El Vaticano expondrá la bula que dividió América y el documento de excomunión de Lutero

Los 85 kilómetros de anaqueles del Archivo Secreto Vaticano contienen información impagable sobre la historia de la humanidad.

17 DE OCTUBRE DE 2011, CIUDAD DEL VATICANO

El papa Benedicto XVI ha dado el visto bueno para que, por primera vez, cien importantes documentos de sus archivos secretos sean mostrados al público en versión original, fuera de los muros vaticanos. A partir del próximo febrero, durante siete meses, los Museos Capitolinos de Roma albergarán un tesoro   que incluirá, por ejemplo, la carta de León X a Lutero para anunciarle que sería excomulgado , las actas del proceso a Galileo Galilei o las misivas de parlamentarios ingleses a Clemente VII sobre la causa matrimonial de Enrique VIII. También podrá verse la bula de Alejandro VI, de mayo de 1493, dirigida a los Reyes Católicos, en la que repartió entre España y Portugal las nuevas tierras conquistadas en América.

El papado es la única institución que ha mantenido, con carácter ininterrumpido y durante tanto tiempo, un protagonismo de esa relevancia en la escena internacional. Los 85 kilómetros de anaqueles del Archivo Secreto Vaticano contienen información impagable sobre la historia de la humanidad. Allí está registrada la acción de la Iglesia y los numerosos entresijos diplomáticos entre los países.

 LUZ EN LOS ENIGMAS
Los organizadores de la exposición, bajo el título de ‘Lux in arcana, L’Archivio Segreto Vaticano si rivela’ (Luz en los enigmas, el Archivo Secreto Vaticano se revela), quieren que la muestra tenga un impacto global, que sea visita obligada para los historiadores y genere curiosidad entre el público en general.

 Como estrategia para llamar la atención, están dosificando la información dada a conocer a la prensa en cuanto a la identidad de los documentos que serán expuestos.   Hay mucha expectación por saber qué documentos serán exhibidos sobre el llamado «periodo cerrado» de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de material del pontificado de Pío XII  –polémico candidato a la beatificación–, un periodo que aún está vetado a la consulta pero en el que se harán algunas excepciones, con permiso expreso de la Secretaría de Estado.

 La futura exposición dispone ya de un sitio en internet – www.luxinarcana.org -. La muestra usará herramientas multimedia  y tratará de revivir los documentos con narraciones sobre el trasfondo histórico y los personajes implicados. Era inevitable que la Santa Sede escogiera la propia Roma para la exposición, no sólo por motivos prácticos sino por el profundo vínculo del papado con la ciudad desde el Medioevo.

 DIVISIÓN DEL «NUEVO MUNDO»
 El pasado 12 de octubre, exactamente 519 años después de la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas, los responsables de la muestra y del Archivo Secreto Vaticano han revelado que entre el centenar de documentos de Lux in arcana figurará la bula Inter cetera de Alejandro VI –el valenciano Rodrigo de Borja– en la que, siguiendo criterios geográficos bastante inexactos, distribuyó entre España y Portugal los dominios en el Nuevo Mundo , con la expresa condición de que los habitantes de esos territorios fueran evangelizados.

 La bula alejandrina, llamada también bula de partición, tiene una historia compleja.  Se realizó una primera versión, con fecha 3 de mayo de 1493, pero su contenido no satisfizo a los destinatarios porque no quedaba clara la división territorial. Podía interpretarse demasiado favorable a España en detrimento de Portugal, cuyo soberano, Juan II, reivindicaba también con fuerza sus derechos. Por eso, tras las consiguientes gestiones diplomáticas, se realizó una segunda versión, datada retroactivamente el 4 de mayo de 1493 –aunque su redactado real fue posterior–, en la que Alejandro VI, como árbitro aceptado por las dos partes, establecía el dominio español en todos los territorios descubiertos, hasta entonces y en el futuro, situados al oeste de un meridiano imaginario, a unas cien leguas de las islas Azores y de las islas de Cabo Verde.

 Esta división geográfica resultó en la práctica incorrecta e inaplicable, pero al menos estableció un principio genérico de reparto. Un año después, en 1494, un acuerdo diplomático hispanoluso, el tratado de Tordesillas, corrigió las zonas de influencia y desplazó en 370 millas el meridiano fijado por el papa.

 COPIA DE REGISTRO
 La bula original enviada a los Reyes Católicos se conserva en el Archivo General de Indias. Pero el documento madre es el que se expondrá en los Museos Capitolinos, la llamada copia de registro, que se halla en el Registro Vaticano 777 del Archivo Secreto Vaticano. Según explicó a La Vanguardia Alessandra Gonzato, portavoz del archivo, «la copia de registro es en realidad la copia número uno, el texto fundamental, la única garantía de autenticidad».

En aquella época las bulas podían perderse por el camino, ser manipuladas, falsificadas o destruidas.

 Esto último ocurrió, por cierto, con la que excomulgaba a Lutero. La copia de registro, guardada celosamente en el Vaticano, es la fuente infalible de los actos papales y, en el caso de la que dividió América, su existencia, en versión corregida de una anterior, explica también las vicisitudes de la negociación diplomática que requirió el asunto.

En la bula, Alejandro VI, un papa corrupto y despiadado con sus enemigos, loa a los Reyes Católicos por la recuperación del reino de Granada de los musulmanes y expresa su deseo de que «la fe católica y la religión cristiana sea exaltada sobre todo en nuestros tiempos, y por donde quiera se amplíe y dilate, y se procure la salvación de las almas, y las naciones bárbaras sean sometidas y reducidas a la fe cristiana». También incluye palabras de admiración hacia Cristóbal Colón, un «hombre apto y muy conveniente» para la empresa que realizó.

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